Cada día subo al autobús número veinticinco, como mera visitante de sus miserias. Me siento tras un libro y en silencio observo como los humildes usuarios de este autobús continúan con su vida. Personas de distintas religiones y razas suben y bajan de este autobús en la media hora que dura el trayecto y es durante ese tiempo, muerto para algunos, cuando yo imagino como serán sus casas, sus familias e intento buscar en un sus ojos la historia de sus vidas. Y es que el recorrido del numero veinticinco podría contar muchas historias, de diversidad, de diferencias, de costumbres, de culturas, pero sobre todo, de convivencia.
Estróbilos
Hace 12 años
2 comentarios:
muy buena tu reflesion, besos
toujours j´oublie te demander s´est que tu as mangeé moules frites?
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